El imperio de Iturbide
El primer gran estadista del México independiente -no antiespañol- fue sin lugar a dudas Don Agustín Cosme damián de Iturbide y Arámburu, quien gracias a su genio superior, -y decimos superior por los elevados fines espirituales que perseguía- fue quien le dio el “Certificado de nacimiento” a la Patria Mexicana.
El primer texto jurídico-político que confirma lo anterior es el Plan de Iguala, del que el maestro Celerino Salmerón afirma lo siguiente :
“El Plan de Iguala es el documento político de México más completo, más perfecto, más sincero y más patriota y el más pundonoroso de todos los que nuestra patria conoce. Nuestro país es el país de los planes políticos. Su acelerada producción se inicia con el Plan de la Profesa de 1820. Pero no todos tienen el valor intrínseco y extrínseco que tiene el de Iguala. El Plan de Casa Mata, para derrocar a Iturbide, fue hipócrita y ruin ; el Plan de Jalapa, para derrocar a Guerrero, fue cruel y atroz ; el Plan de Ayutla, para derrocar a Santa Anna, fue turbio y pérfido ; el Plan de la Noria, para derrocar a Juárez, fue hiriente y despiadado ; el Plan de Tuxtepec, para derrocar a Sebastián Lerdo de Tejada, fue el zarpazo de un puma hambriento en contra de otra fiera en pleno disfrute de su presa. Solo el Plan de Iguala no respira odio, no destila venganza, no agravia ni ofende a nadie”. (El General Guerrero, p. 25).
Pero veamos el texto exacto de dicho Plan :
“Americanos, bajo cuyo nombre se comprende no sólo a los nacidos en América, sino a los europeos, africanos y asiáticos que en ella residen : tened la bondad de oír a las naciones que se llaman grandes en la extensión del globo, fueron dominadas por otras, y hasta que sus luces no les permitieron fijar su propia opinión, no se emanciparon. Las europeas que llegaron a la mayor ilustración y política, fueron esclavas de la romana ; y este imperio, el mayor que reconoce la Historia, asemejó al padre de familia, que en su ancianidad mira separarse de su casa a los hijos y los nietos por estar ya en edad de formar otras y fijarse por sí, conservándole todo el respeto, veneración y amor como a su primitivo origen”.
Podemos apreciar en este primer párrafo dos aspectos muy importantes : en primer lugar, el concepto de Unidad Nacional que incluye a americanos, europeos, africanos y asiáticos ; y en segundo lugar, la mesurada y correcta opinión del devenir histórico de las naciones importantes : las dominantes antes fueron dominadas, y lo considera Iturbide como lo más natural. Continuemos.
“Trescientos años hace la América Septentrional de estar bajo la tutela de la nación más católica y piadosa, heroica y magnánima. La España la educó y engrandeció, formando esas ciudades opulentas, esos pueblos hermosos, esas provincias y reinos dilatados que en la historia del universo van a ocupar lugar muy distinguido. Aumentadas las poblaciones y las luces, conocidos todos los ramos de la natural opulencia del suelo, su riqueza metálica, las ventajas de su situación topográfica, los daños que origina la distancia del centro de su unidad, y que ya la rama es igual al tronco ; la opinión pública y la general de todos los pueblos es la de la independencia absoluta de la España y de toda otra nación. Así piensa el europeo, así los americanos de todo origen”.
Como se ve, en este hermoso párrafo de la arenga se observa su teoría acerca de la independencia : es una consecuencia lógica y natural de la evolución de los pueblos, una vez “que la rama sea igual al tronco”, y ese tronco, España, no deja de ser el tutor admirable de la patria. Contrasta esta convicción en la Unidad Nacional que manejaba Iturbide, con las ideas ponzoñosas, de odio y mezquindad que introdujeron los masones en las mentes mediocres, envenenando así las almas débiles. Mencionemos otro párrafo más de la arenga para confirmar lo anterior :
“Es llegado el momento en que manifestéis la uniformidad de sentimientos, y que nuestra unión sea la mano poderosa que emancipe a la América sin necesidad de auxilios extraños”.
Como Don Agustín no dejaba nada a la improvisación : en el mismo documento estableció lo que él llamó las “Bases Sólidas” para la constitución del país con el que soñaba :
“ 1. La religión católica, apostólica, romana, sin tolerancia de otra alguna”.
Como vemos, Iturbide concebía a la religión católica como el alma misma de la nacionalidad.
“ 3. Gobierno monárquico templado por una Constitución análoga al país”.
Lo anterior no significa más que la existencia de un gobernante fuerte, sólido, apoyado en un ordenamiento legal que fuera conforme a la naturaleza y a las características particulares de la Nación Mexicana. Vemos que las logias se encargaron de hacer precisamente lo contrario : establecieron un gobernante ilegítimo, déspota, y que hipócritamentemente se ajustara o no a las leyes exóticas y destructoras dictadas por la Gran Conjura Internacional.
“ 12. Todos los habitantes de él -del Imperio Mexicano-, sin otra distinción que su mérito y virtudes, son ciudadanos idóneos para optar cualquier empleo ”.
Iturbide no cae en lo faccioso al excluir a los “liberales” o a los “conservadores”, a los “blancos” o a los “azules”, etc. como sí hicieron los dizque liberales gobernantes posteriores a él.
“ 13. Sus personas y propiedades serán respetadas y protegidas ”.
Resulta lógico que no puede haber desarrollo ni perfeccionamiento sin respeto a un derecho natural del hombre como lo es la propiedad privada.
“ 14. El Clero secular y regular conservado en todos sus fueros y propiedades ”.
No hace falta abundar más en esto, ya que Iturbide sabía perfectamente que la grandeza de este país y de la civilización cristiana occidental se debían a la labor de los hombres de la Iglesia. No había razón para modificar algo que era bueno y funcionaba bien.
“ 16. Se formará un ejército protector que se denominará de las Tres Garantías, y que se sacrificará, del primero al último de sus soldados, antes que sufrir la más ligera infracción de ellas”.
En este punto falló Iturbide, ya que por no derramar sangre, por impericia política o por malos consejos, no lo cumplió, ya que la revuelta masónica que desde el Congreso se enderezó en su contra, la tuvo que haber sofocado de inmediato, en bien de la nación, pero no lo hizo. Podríamos decir que “el primero” de los soldados no protegió lo declarado en este punto.
Esas tres garantías mencionadas por Iturbide eran : Religión, Unión e Independencia, o dicho de otra forma : mantenidos fielmente dentro de la religión católica estaríamos unidos, y estando unidos seríamos independientes. ¡Oh destino cruel!, eso fue exactamente lo que atacó la masonería : atacó primero a la Santa Religión de Cristo, con lo cual dividió a los mexicanos, lo que trajo como consecuencia que dependiéramos del negro Sanhedrín, personificado por la masonería europea y yanqui.
“ 22. Se vigilará sobre los que intenten sembrar la división, y se reputarán como conspiradores contra la independencia “.
A esos conspiradores traidores a la Patria, Iturbide debió eliminarlos de inmediato, con lo cual se hubieran evitado desgracias mayores.
El Gran Genio de Don Agustín sólo admitía una división en las personas : mexicanos y antimexicanos. En cambio, ahora se nos divide entre “revolucionarios” y “reaccionarios”, “progresistas” y “retardatarios”, “izquierdas” y “derechas”, “rojos” y “azules”, etc., pero todo con un mismo fin : dividir.
Con lo dicho es suficiente para darnos una idea de lo que el libertador quería y lo que todos los mexicanos de bien querían para su patria y para ellos mismos. El malogrado Imperio Iturbidista quedó solo en eso : en un intento, pero sentó las bases de la independencia y de la Unidad Nacional entre todos los mexicanos.
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