martes, 29 de noviembre de 2011

Historia del Tradicionalismo en Méjico (Parte III)

Sin embargo, es hasta agosto de 1971 cuando la situación explota definitivamente. En un voluminoso libro, el P. Sáenz afirma que la Iglesia Católica surgida a raíz del último concilio, con sus nuevos dogmas y nueva misa, no es ya la Iglesia Católica fundada por Cristo, sino que, como se titula el libro, se trata de "la nueva iglesia montiniana", refiriéndose al Papa Paulo VI, cuyo nombre era Juan Bautista Montini, acusándolo incluso de ser un judío encubierto.

El Arzobispo de México, Mons. Miguel Darío Miranda y Gómez lo excomulga indebidamente mediante decreto de fecha 20 de diciembre, y al año siguiente, en enero de 1972, el P. Sáenz publica otro libro: "Cisma o Fe. ¿Por qué me excomulgaron?".

En esta época se produce una división entre los católicos conservadores que se oponían al progresismo marxista. Por un lado, Abascal y quienes aún inconformes con los cambios habidos, respaldan al Papa Paulo VI por disciplina. Aquí estuvieron también Salmerón, Borrego, Rigoberto López Valdivia y otros. Por el otro lado, estaban quienes desconocen a Paulo VI como Papa y lo acusan incluso de judío y de antipapa. Aquí estuvieron Rius Facius, Gloria Riestra, Anacleto González Flores Guerrero, René Capistrán Garza y el periodista Manuel Magaña Contreras. Fundan la "Unión Católica Trento" y editan la revista "Trento" para difundir sus ideas.

El 18 de Mayo de 1972 aparece el primer número del panfleto "El enano del tapanco", bajo la dirección de J. Encarnación Díaz, haciendo eco también de estas ideas contrarias al Papa Montini.

El 1° de octubre de 1972 aparece el primer número de la revista Trento, con un desplegado a favor del P. Sáenz, firmado por el Lic. Oscar Méndez Casanueva, y dirigida por el P. Moisés Carmona, de Acapulco.[1]

En 1973 aparece un libro que va marcar el punto de referencia de esta completa división en el bando conservador del catolicismo mexicano. Era del Dr. Saénz Arriaga y se llamaba "Sede Vacante", prologado por René Capistrán Garza.  En éste afirmaba que por su labor destructora contra la Iglesia, Paulo VI no era auténtico Papa y que la Sede Apostólica se encontraba vacante, en espera de un auténtico sucesor de Pedro que mantuviera incólume el depósito de la Fe recibido de sus antecesores legítimos.

El P. Sáenz fue secundado por el P. Moisés Carmona y Rivera,  por el P. Adolfo Zamora Hernández; así como por el norteamericano P. Francis E. Fenton.

En ese mismo año, Salvador Abascal publica el libro "Contra Herejes y Cismáticos" en donde afirma claramente que su lucha es lo mismo contra progresistas marxistas que contra "pseudotradicionalistas" que atacan a la Iglesia atacando su roca fundamental que es el Papa.

El 11 de Julio de ese año, una docena de jóvenes, presuntamente instigados por el Ing. Anacleto González Flores Guerrero, apedrean la casa de Salvador Abascal, ubicada en el barrio de Tacubaya, en el Distrito Federal. Poco después le envían a su domicilio un folleto acusándolo de "judío, papólatra y mercenario". Para dar respuesta a este ataque, Abascal publica en Diciembre siguiente el libro "En legítima defensa y más en Defensa del Papado", tratando de desvirtuar los ataques de que es objeto, donde reconoce que su apellido Abascal es de origen judío, derivado de la palabra “abashol”.


[1] Esta revista fue dirigida hasta 1973 por Abelardo Rodríguez; Sergio Ramírez de Arellano hasta abril de 1974; Luis Castellanos hasta febrero de 1975; Jesús Cruz Baños hasta el último número, correspondiente a mayo-junio de 1982.

Historia del Tradicionalismo en Méjico (Parte II)

En 1967 el P. Sáenz Arriaga publica “Cuernavaca y el progresismo religioso”, en donde además de seguir atacando por comunista al Obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, respecto del Concilio Vaticano II afirmó: “En primer lugar, los ‘expertos’ sentaron a la Iglesia en el banco de los acusados, para echarle en cara sus errores pasados. En segundo lugar, se quiso revisar toda la teología y todos los dogmas. En tercer lugar, se quiso acomodar la Iglesia al mundo moderno, a ese mundo impío y corrompido; y, finalmente, se proyectó la modificación estructural de la Curia Romana y del Derecho Canónico”. El libro fue prologado por el cura de Orizaba, Rafael Rúa y Álvarez.

Por esas fechas, algunas personas hablaban de que ante las herejías del Concilio Vaticano II, la Sede de Pedro probablemente estaba ocupada por un falso Papa, un impostor, o de plano Paulo VI, Juan Bautista Montini, estaba prisionero o incluso hasta drogado, y era manejado por una mafia de judíos, masones y comunistas.

Entre los promotores de estas ideas estaban Mons. Pierre Martin Nguyen Thuc, vietnamita; el P. Noel Barbará, francés; el P. Joaquín Sáenz Arriaga, mexicano; el Dr. Eberhardt Heller, alemán; el Dr. Carlos A. Disandro, argentino; y el brasileño Dr. Homero de Oliveira Johas.

El laico norteamericano Francis Schuckardt propuso en 1968 que la sede estaba vacante, secundado por Daniel Q. Brown. En 1970 un laico japonés, Yukio Remoto, creó el grupo “Seibo No Mikuni”.

Por su parte, el monje dominico francés Gerard des Lauriers desarrolló la tesis del “Papa material” en contraposición del “Papa formal”, también conocida como “sedeprivasionista”, en la que afirmaba que Paulo VI “formalmente” ocupaba la Sede Apostólica, pero “materialmente no era Papa por haber caído en la herejía”. Decían que por le menos desde diciembre de 1965, cuando concluyó el Concilio Vaticano II, el magisterio de la Iglesia no era seguro.

En el año de 1968 el vaticano publica el nuevo ritual de los sacramentos, cambiando sobre todo el relativo a la ordenación de presbíteros y el de consagración de obispos.

En abril de 1969 el Papa Paulo VI expide el Nuevo Ritual de la Misa que sustituiría al antiguo Misal Romano, fijado por el Santo Concilio Ecuménico de Trento y por el Papa San Pío V en su Bula "Quo Primum Tempore" de 1570. El nuevo ritual había sido confeccionado por una Comisión de 6 pastores protestantes, invitados por la Santa Sede para tal efecto, y suprimía los principios teológicos fundamentales sobre el Santo Sacrificio de la Misa, supuestamente para lograr "la unión con las demás Iglesias cristianas".

Dicho Misal entró en vigor obligatoriamente el 30 de Noviembre de ese mismo año, a pesar de los minuciosos estudios teológicos de los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci, y de las súplicas de miles de fieles católicos al Papa para pedirle que conservara la Misa Tradicional, llamada "de San Pío V", cuestiones que fueron ignoradas prepotentemente por Roma.

En ese mismo año de 1969 apareció el libro del P. Sáenz Arriaga titulado "La nueva misa no es ya una Misa Católica", y al año siguiente apareció "El Magisterio de la Iglesia y la nueva misa".

Historia del Tradicionalismo en Méjico (Parte I)

A raíz del Concilio Vaticano II (1963-1965) numerosos clérigos y miembros de la Jerarquía Católica comenzaron, primero a permitir y luego a cometer, innumerables irregularidades, tanto teológicas como litúrgicas, amparándose en los textos emanados de dicho Concilio, tratando de encontrar el fundamento de sus desviaciones sustentados en los documentos “pastorales” emanados de dicho Concilio.

Por tal motivo, diversos sectores de fieles católicos y algunos religiosos aislados comenzaron a agruparse para la defensa de la Fe Católica Tradicional.

Algunos de los documentos emanados del Concilio no decían cosas malas, pero cuando menos, al ser imprecisos y poco claros, dejaron la puerta abierta para que afloraran todas las herejías posibles en contra de la Religión. Lo más pasmoso era el silencio o la debilidad de los Obispos para condenar la ofensiva progresista de corte marxista y neomodernista que atacaba a la Iglesia.

Entre los principales errores, se comenzó a:

1)    Permitir el uso de la lengua vulgar en los oficios divinos
2)    Permitir la utilización de música profana y moderna en los oficios divinos
3)    Permitir comulgar de pié y recibir la Sagrada Forma en la mano
4)    Utilizar la absolución plenaria
5)    Ignorar el sacramento de la Reconciliación
6)    Difundir la falsa idea de que la Iglesia había vivido en el error y necesitaba adaptarse al mundo moderno
7)    Difundir la falsa idea de que la Iglesia no colaboraba para la mejora material de la sociedad
8)    Difundir la falsa idea de que los Sacerdotes y Obispos debían ser "agentes de cambio social"
9)    Difundir la falsa idea de que la autoridad jurisdiccional de la Iglesia recaía en las "Conferencias Episcopales", despojando así a los Obispos de su Jurisdicción
10)            Difundir la falsa idea de que Dios, en su infinito amor al hombre, no lo castiga por sus pecados
11)            Enredar todo con un lenguaje sociológico, distorsionando las definiciones claras y precisas del Magisterio de la Iglesia.

En Octubre de 1967 aparece el primer número de "La Hoja de Combate", publicación fundada por el Lic. Salvador Abascal Infante, ex fundador y tercer Jefe Nacional de la Unión Nacional Sinarquista, y en ese entonces Director General de la Editorial Jus, propiedad de los prominentes panistas Manuel Gómez Morín y Juan Landerreche Obregón.

En el equipo de colaboradores estaban, entre otros, Celerino Salmerón Hernández, Salvador Borrego Escalante, Antonio Rius Facius y Gloria Riestra Wolff.

Atacaban principalmente el foco marxista de Cuernavaca, encabezado por el Obispo Sergio Méndez Arceo (1907-1992), el religioso francés Lemmercier, y el exsacerdote checoslovaco, Iván Illich. También formaban parte de este núcleo progresista el Ing. José Alvarez Icaza, director del membrete llamado "Centro Nacional de Documentación" (CENCOS), el Profr. Alejandro Avilés Izunza, exdirector del órgano oficial panista, la revista "La Nación", y el periodista Rafael Moya García, integrante también del Partido Acción Nacional.

Un poco antes, el sacerdote jesuita Dr. Joaquín Sáenz y Arriaga publicó en 1966 un breve libro llamado "Con Cristo o Contra Cristo", avalado por el Obispo de Hermosillo, Mons. Juan María Navarrete Guerrero (1886-1982), en el que daba a conocer las maniobras de presión que grupos judíos de poder ejercieron durante el Concilio Vaticano II, y que mucho molestó al Arzobispo de México, Miguel Darío Miranda y Gómez.