jueves, 2 de marzo de 2017

¿Qué pasó con todos los que se "arreglaron" antes?

A propósito de la ya inminente reinserción de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, fundada por Mons. Marcel Lefebvre en 1970, a la nueva iglesia del Concilio Vaticano II, es importante recordar cómo les fué a los otros grupos "tradicionalistas" que se "arreglaron" con la sede usurpada:

1) ¿Qué pasó con el Monasterio de San José de Clairval del Abad Agustin Joly en 1987?

2) ¿Qué pasó con el Monasterio de Le Barroux del Abad Gerard Calvet en 1988?


3) ¿Qué pasó con los jóvenes seminaristas de Ecóne que salieron en 1986 para fundar el seminario “tradicionalista” Matter Ecclesiae a instancias de Ratzinger?


4) ¿Qué pasó con la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro en 1988?


5) ¿Qué pasó con la Sociedad de San Juan Vianney en Campos, Brasil en 2002 y con el Obispo Rangel y el Obispo Rifán?


6) ¿Qué pasó con la la Sociedad de San Juan en 2005?


7) ¿Qué pasó con el Oasis del Jesús Sacerdote del P. Pedro de la Inmaculada Muñoz Iranzo en Cataluña en 2007?


8) ¿Qué pasó con el Instituto de Buen Pastor en 2006?


9) ¿Qué pasó con la Comunidad de Redentoristas Transalpinos de Papa Stronsay en Escocia en 2012?


En todos los casos anteriores, desprendimientos que han habido de la auténtica y original Faternidad Sacerdotal de San Pío X originados por un señuelo hábilmente puesto por la Roma hereje y modernista y por la claudicación y falta de Fe, carácter y perseverancia de los involucrados, en absolulamente TODOS los casos, han terminando aceptando, en menor o mayor grado, las enseñanzas y cultos de la nueva falsa religión antropo-ecumenista surgida de las cañerías del Conciliábulo Vaticano Segundo y celebrando el Novus Ordo.

Ciertamente, es una falta de Fe creer que el Espíritu Santo no puede convertir a la Roma hereje y modernista, pero, a la luz de los hechos reales y concretos de la historia reciente, en donde el pez grande (Roma) se come al pez chico (grupitos tradis) y los destruye por completo, ¿no será acaso también un acto de enorme soberbia y orgullo, de ilusión espiritual satánica, creer que esta vez, con la FSSPX, Roma sí actúa de buena fe y con un anhelo sincero de volver a la Tradición de la Iglesia?

Si estamos frente a un drama donde intervienen las mismas personas y con los mismos documentos (Vaticano II) y los mismos hechos y dichos (ecumenismo, modernismo, indiferentismo, relativismo, subjetivismo), ¿es sensato pensar que habrá un resultado distinto?


Sólo un tonto o un loco pueden creer que con las mismas personas, con los mismos documentos, con los mismos hechos, y con los mismos dichos, ahora sí podrá haber un resultado distinto.