jueves, 31 de marzo de 2016

La "resistencia": la mona de la Tradición

En vista del rumbo que toman los grupos que salieron recientemente de la Fraternidad San Pío X, y que se autodenominan "resiestencia", "anti-acuerdistas", etc., reproducimos este interesante post publicado el 8 de julio de 2015 en el Blog LA HONDA DE DAVID.

"Diabolus est simia Dei, et operum ejus" (el Diablo es la mona de Dios y de sus obras).

Y así suscitó a un puñado de traidores que imitara en todo la obra de Mons. Lefebvre. Que reviviera cada una de las peripecias a las que se vió enfrentada esta venerable obra, como si las circunstancias no fueran siempre cambiantes y los actores distintos. Pero estos discípulos de Coré y Abiram (Nm 16, 8-11) querrían ser ellos los protagonistas, algunos porque  no pudieron ser los testigos de aquellos magnos hechos y otros por no enfrentarse a los nuevos desafíos y querer encerrarse -cual una secta- en sí mismos. No en vano el actual Superior General de la FSSPX se refirió a ellos como "caricatura de la Tradición".

No ha de faltar nada en esa simiesca operación: 

-en lugar de la Iglesia romana, la FSSPX

-en lugar del Papa, el Superior General

-en lugar del clero apóstata , los sacerdotes de la FSSPX que permanecen fieles

-en lugar de las comunidades religiosas apóstatas, las comunidades religiosas amigas

-en lugar de la herejía modernista, el "liberalismo" de la FSSPX

-en lugar del Concilio Vaticano II, el Capítulo General de la FSSPX

-en lugar de Mons. Lefebvre,  Mons. Williamson

-en lugar de las consagraciones episcopales de 1988, la consagración ilícita del P. Faure

-en lugar de Fátima, la "vidente" Dawn Marie

-en lugar de Menzingen, Kent

-en lugar de Ecône, están a la búsqueda de su "seminario" ...

y podríamos seguir enunciando monerías.

Pregunta para "Non serviam" y "Compendio de errores": ¿cuando en 1987 Mons. Williamson pedía que se rezara "para que Roma pueda hacer lo que claramente debería hacer: otorgar jurisdicción a la FSSPX,  la cual lo merece enteramente. Esto es absolutamente necesario para el bien de la Iglesia universal ni que hablar para la FSSPX",  la FSSPX había claudicado ya en esa fecha tan temprana? No puede participar "Incontinente risueño" porque se repite.


miércoles, 30 de marzo de 2016

Historia del Tradicionalismo en Méjico-Parte XIX (La FSSPX)

En el post que publicamos ayer reseñamos lo acontecido en los últimos años en Méjico por parte de diversas agrupaciones de tipo sedevacantista.

Hoy reseñaresmos lo más importante que ha sucedido en Méjico dentro de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X y sus derivados.

En cuanto a ordenaciones de mejicanos en el Seminario de Nuestra Señora Corredentora, en Argentina, tenemos a los siguientes:

1.-Héctor Guiscafré Rodea (año 2010)
2.-Luis Rodríguez Ibarra (año 2013)
3.-José Alberto Mota Moreno (año 2013)

Un hecho importante es que en septiembre de 2009 la FSSPX celebró sus 25 años de establecimiento formal en México, cuando en 1984 se fundó el Distrito de México. Para tal efecto, se publicó un número especial de la revista "Dios nunca muere" con la historia de la Fraternidad en México.

También es importanteseñalar que en esta época se fundó la Casa del Distrito de México, y a mediados del año 2014 el Padre Mario Trejo dejó de ser el Superior de Distrito para irse a Argentina, y en su lugar llegó el mexicano P. Jorge Amozurrutia.

Una crisis bastante severa surgió en la Fraternidad a raíz de que el Obispo Richar N. Williamson había sido retiro de todas sus funciones y vivía recluido en su natal Londres, cuando fue expulsado de la Fraternidad en Octubre de 2012. A partir de entonces, un grupo de sacerdotes y religiosos decidieron seguirlo, argumentando que Mons. Williamson representaba el "verdadero" espíritu de la Fraternidad fundada por Mons. Lefebvre, dando origen así a la "Unión Sacerdotal Marcel Lefebvre".

En México lo siguieron los Padres René Trincado (desde el 12 de octubre de 2012), Hugo Ruiz Vallejo, Arturo Vargas Meza, y Rafael Arízaga, OSB. quien era monje del Monasterio Benedictino de Nuevo México. También se unió al trabajo de esta resietencia el Padre Ernesto Cardozo, que viajaba desde Argentina.

Por su parte Mons. Williamson consagró obispo al Padre Jean-Michel Faure el 18 de marzo de 2015 y al Abad Dom Thomas de Aquino (Miguel Ferreira da Costa) un año después, ambos en el Monasterio Benedictino de la Santa Cruz en Nova Friburgo, en Brasil.

En la actualidad, en el Distrito de México de la FSSPX cuenta con 19 sacerdotes y 3 hermanas oblatas que atienden 34 centros de misa.

martes, 29 de marzo de 2016

Historia del tradicionalismo en Méjico - ACTUALIZACIÓN (Parte XVIII)

Han pasado ya casi 4 años desde que publiqué la última entrada reseñando los hachos más importantes del Tradicionalismo en Méjico. En esa entrada, la Parte XVII de la serie, abarcaba la historia hasta mayo de 2008.

Desde entonces me dediqué a publicar post sobre otros temas.

Pero, ¿qué ha pasado desde entonces? 

Podríamos hacer un resumen de lo más importante. Por favor, ruego a mis lectores que si tienen mayores datos, los aporten con la finalidad de enriquecer esta historia que es de todos.

En cuanto a ordenaciones, el más activo ha sido sin duda Mons. Martín Dávila Gándara, de la Sociedad Sacerdotal Trento, quien en este lapso ha ordenado a los siguientes presbíteros:

1.-Roberto Atocha Dorantes Sáenz (mexicano) 7 de octubre de 2005
2.-Ángel Atanasio Iñiguez González (mexicano) 7 de octubre de 2005
3.-Pedro Ramírez Sánchez (mexicano) 7 de octubre de 2005
4.-Hernán A. Vergara Monroy (mexicano) 7 de octubre de 2005
5.-Luis Rey Vázquez Torres (mexicano) 29 de Septiembre de 2006
6.-Armando Sigala Paredes (mexicano) 29 de Septiembre de 2006
7.-Arnoldo Villegas Rodríguez (mexicano) 1° de Mayo de 2007
8.-Louis Erick Ballesteros Guerrero (mexicano) 8 de Mayo de 2008
9.-Edgar Espino (mexicano) 29 de Abril de 2011
10.-Oscar Pineda (mexicano) 29 de Abril de 2011
11.-Juan Macías Sáenz (mexicano) 25 de Marzo de 2014

12.-Eduardo Zúñiga (mexicano) 11 de Febrero de 2015

Por su parte, Mons. Juan José Squetino ordenó a los siguientes prebíteros:

1.- Isidoro Gómez Saucedo (norteamericano)
2.-Daniel Osvaldo Cruz Martínez (mexicano)
3.-Juan María Ronny Alfredo Ibacache Monroy (chileno)
4.-Felipe Christian Bernardo Muñoz Lillo (chileno)
5.-Adrián Antunez Claudio (mexicano)

Por su parte Mons. Andrés Morello ordenó a los siguientes:

1.-Fernando Rodríguez Aragón (mexicano)
2.-Alberto Antonio Martínez (argentino)

Por su lado, Mons. Luis Alberto Madrigal ordenó a:

1.-Francisco Martín Barajas Arámbula

En cuanto a fallecimientos, el P. Dámaso Ruiz Loya murió en febrero de 2014 víctima de leucemia. También en este período murió el Obispo Héctor de la Cruz Ripoll Puga, de Mérida. También fallecieron los obispos norteamericanos Louis Vezelis, OFM (el 1° de Enero de 2013) y Robert Fidelis McKenna (el 16 de diciembre de 2015).

Si hablamos de salidas, el Padre Dorantes Sáenz desde 2011 dejó el sacerdocio. 

Respecto a cambios de autoridad, los Padres Arnoldo Villegas y Vegara Monroy dejaron de estar bajo la autoridad de Mons. Dávila y ahora están asociados a Mons. Dolan. El primero atiende grupos tradicionalistas en Tijuana y La Paz, y el segundo en Dos Ríos y Orizaba. También el diácono Adrián Antunez salió del seminario de Hermosillo de Mons. Gándara y fue admitido por Mons. Squetino en Guadalajara, quien lo ordenó presbítero.

En cuanto a escándalos, podemos decir de la divisón que ha habido en la Sociedad Sacerdotal Trento, cuando algunos sacerdotes (Villegas y Vergara) acusaron a Mons. Dávila de tibieza en la conduciión del grupo, y acusaron al Padre José Francisco Jiménez de "judío infiltrado" y al Padre Cosme Lozano de inmoralidades.

También Mons. Squetino ha estado envuelto en escándalos, principalmente a raíz de la ordenación de los chilenos Ibacache Monroy y Muñoz Lillo.

No obstante, a finales de 2014 y durante 2015 la Fundación San Vicente Ferrer, dirigida por Mons. Juan José Squetino llegó a ser el grupo tradicionalista más importante en México, después de la Fraternidad San Pío X y de la Sociedad Sacerdotal Trento, al agrupar a 12 sacerdotes y tener 3 seminaristas:

1).-P. Manuel Martínez Hernández (ordenado el 14 de Septiembre de 1997 por Mons. Marco Antonio Pivarunas)
2).-P. Merardo Loya Loya (Irapuato y Chimalhuacán)
3).-P. Marcelo Cohetero Terán (Ojitlán y Alpanocan)
4).-P. Daniel Osvaldo Cruz Martínez (Seminario)
5).-P. Raúl Macías Esparza (ordenado el 14 de Septiembre de 1997 por Mons. Marco Antonio Pivarunas)
6).-P. Víctor Darío Varela Pérez (Guadalajara)
7).-P. Isidoro Gómez Saucedo (Seminario)
8).-P. Leonel Ávila Jiménez (San Lucas Ojitlán)
9).-P. Wilbert López (San Lucas Ojitlán)
10).-P. Juan María Ibacache Monroy (Chile) (21 de Noviembre de 2013, Tlajomulco)
11).-P. Christian Felipe Muñoz Lillo (Chile) (21 de Noviembre de 2013, Tlajomulco)
12).-P. Adrián Antúnez Claudio (13-Sept-2014, Tlajomulco de Zúñiga)

Seminarista Pablo Martín Pacheco Jiménez (Mérida) (Toma de sotana: 1 de Noviembre de 2013)
Seminarista Ricardo Michel González Nieto (Cocoyoc)
Seminarista Joel Urióstegui

Sin embargo, a princpios de 2016 estalla un conflicto en pueblo de San Lucas Ojitlán, Oaxaca, ya que al parecer los Padres Cohetero, Leonel Ávila y Wilbert López se separan de Mons. Squetino y buscaron el apoyo de Mons. Javier Miranda de Morelia, Michoacán, causándose una división en la comunidad local.

Otros escándalo fue la detención en septiembre de 2007 del Padre Gerardo Solís Jaimes, ordenado por Mons. Moisés Carmona en junio de 1987, acusado de violación de 11 niños sucedida desde el año 2004 en Xochistlahuaca, Guerrero.




miércoles, 23 de marzo de 2016

Entradas en el seminarios de la FSSPX en Argentina



En Argentina, el Seminario Nuestra Señora Corredentora, en La Reja, recibe a 11 estudiantes en el año de Humanidades (5 mexicanos, 4 argentinos, 1 colombiano y 1 dominicano), así como a 7 seminaristas en el año de Espiritualidad (2 mexicanos, 2 argentinos, 1 guatemalteco y 1 paraguayo). 

Dos postulantes para Hermanos tocaron también a la puerta del Seminario que abrirá un Noviado de Hermanos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.




HISTORIA DE LA IGLESIA... El Siglo Tercero

La Iglesia cristiana vivió en una paz relativa desde la muerte del emperador  Marco Aurelio (185) hasta el reinado del emperador Decio (249). Pero cuando Decio accedió al poder desencadenó en todo el Imperio una persecución general contra los cristianos. Esta persecución se agravó aun más con Valeriano (253 – 260). Durante ese periodo, no solamente se obligó a los cristianos a sacrificar a los dioses del imperio, sino también  se acosó a los clérigos para matarlos; todos los bienes de los cristianos debían ser confiscados y destruidos. Se trataba de liquidar los cuadros de la Iglesia a fin de hacerla desaparecer completamente.

Después de Valeriano sin embargo, Galiano, su hijo, puso un término a la política de persecución general, y los cristianos vivieron nuevamente en una paz relativa hasta el final del siglo. El número de fieles se acrecentó entonces en una proporción impresionante, al punto de alcanzar quizás una décima parte de la población del Imperio.

LOS “LAPSI” (En latín, aquellos que han caído; los apóstatas)

Las persecuciones de Decio y Valeriano, así como los tiempos apacibles que precedieron y siguieron, provocaron en el siglo III una grave crisis en el seno de la Iglesia.

Se planteó la cuestión de saber que conducta adoptar frente a los cristianos que habían renegado de Cristo bajo la amenaza de torturas y de ejecución, o habían, en tiempo de paz, abandonado públicamente la vida cristiana por una vida escandalosa. Aquellos que, en la Iglesia, eran de tendencia maximalista insistían para que no hubiera penitencia posible para los pecados graves cometidos después del bautismo. Ellos rechazaban la penitencia para aquellos que habían “faltado” a la vida cristiana, y se oponían a los obispos que admitían a los pecadores arrepentidos a la Eucaristía después de un período de penitencia. También muchos cismas se produjeron en la Iglesia, y algunos la abandonaron por una forma de cristianismo que ellos consideraban como más ascética y más pura. Entre estos se encontraba Tertuliano (+ 220 alrededor), padre de la teología latina en África del Norte y autor de numerosos y variados tratados. Tertuliano reunió el movimiento herético de Montano, que había nacido a fines del siglo II y pretendía hacer la Iglesia de la “Nueva profecía” del Espíritu Santo, más perfecta que la del “Segundo testamento” de Cristo.

El gran defensor de la Iglesia Católica en esa época fue Cipriano, obispo de Cartago (+ 258). Él se opuso a la así llamada Iglesia “pura” de Novaciano en Roma, que rechazaba la reintegración de los “lapsi” en la comunión de la Iglesia. Cipriano mismo murió mártir; él defendió a la Iglesia Católica, la única que poseía  la sucesión apostólica, contra las Iglesias “puras” espiritualistas creadas completamente por los maximalistas. Él insistía sobre el hecho de que la Iglesia, a imagen de Cristo, existe para salvar a los pecadores, y que “fuera de la Iglesia, no  hay salvación” (Carta 73).

“Aquel que no se une a esta unidad de la Iglesia, ¿cree que permanece unido a la fe?, ¿Aquel que resiste y se opone a la Iglesia está seguro de estar en la Iglesia?...

...Está unidad debemos mantenerla, reivindicarla firmemente, nosotros sobre todo, los obispos, que presidimos en la Iglesia a fin de probar que el episcopado es igualmente uno e indivisible... La dignidad episcopal es una; y cada obispo posee una parcela sin división de todo; y no hay más que una Iglesia...” (San Cipriano).
“No se puede tener a Dios por Padre cuando no se tiene a la Iglesia por madre”. “No es cristiano aquel que no participa de la Iglesia de Cristo” (carta 55).

EL DESARROLLO DE LA TEOLOGÍA

El siglo III vio aparecer también la primera Escuela organizada de teología cristiana. Fue fundada en Alejandría, en Egipto, por Panteno y desarrollada por Clemente (+215 aproximadamente); y culminó con el destacable erudito y teólogo Orígenes (+253). Contrariamente a Tertuliano, que rechazó toda alianza entre “Atenas” y “Jerusalén” es decir entre la filosofía pagana y la revelación cristiana, los Alejandrinos afirmaban que la filosofía Griega constituía una buena introducción al Evangelio, y que las verdades de los paganos podían y debían ser integradas y encontrar su perfección en las verdades de la fe cristianas. Es en ese espíritu que Orígenes escribía a su discípulo San Gregorio el Taumaturgo:

“Yo quiero que tú tomes de la filosofía griega los conocimientos que constituyen una introducción potencial al Cristianismo, así como toda noción de geometría y astronomía que podría servir para explicar los libros santos...”

Orígenes llevó a cabo un trabajo enorme. Él escribió numerosos tratados y efectuó los primeros estudios verdaderamente sistemáticos y textuales de los libros de la Biblia. Su trabajo sentó las bases de prácticamente toda la teología griega posterior. Sin embargo, una parte importante de la enseñanza de Orígenes fue considerada como errónea por la Iglesia, y como esa enseñanza se mantenía entre sus discípulos, su autor fue oficialmente condenado por el V Concilio ecuménico en el 553.

Entre los teólogos del siglo III que es necesario mencionar, que a la par de Tertuliano, Cipriano, Clemente y Orígenes, figuran Dionisio de Alejandría (+265), Hipólito de Roma (+235), Gregorio el Taumaturgo de Neo Cesarea en Capadocia (+270 aproximadamente) y Metodio de Olimpia (+311). Todos esos hombres hicieron avanzar la teología ortodoxa, y en particular sentaron las bases de la doctrina de la Santa Trinidad que iba a suscitar tantas controversias en el siglo IV.

Es a fines del siglo III que vivieron también Pablo de Samosata y Luciano de Antioquía, conocidos por sus enseñanzas heréticas con respecto al tema del carácter trinitario  de Dios.

EL DESARROLLO LITÚRGICO
  
Nos quedan igualmente escritos del siglo III sobre la vida canónica y litúrgica de la Iglesia en esa época,  por ejemplo: la Didascalia de los Apóstoles, de Siria, y la Tradición Apostólica de Hipólito de Roma (+235)  escritos en griego. La primera nos informa sobre las funciones de los Jerarcas y las prácticas sacramentales de la Iglesia de Siria y describe la Asamblea litúrgica. La segunda nos da información análoga, pero de manera más larga y más detallada, sobre  la Iglesia de Roma. Ella contiene la más antigua oración eucarística que conocemos, así como el ritual del bautismo, de la crismación y de la ordenación.

BAUTISMO Y CRISMACIÓN EN “LA TRADICIÓN APOSTÓLICA” DE HIPÓLITO DE ROMA

“Cuando aquel que es bautizado haya descendido al agua, el que bautiza le dirá, imponiéndole la mano: ¿crees tú en Dios Padre todopoderoso? Y el que es bautizado dirá a su vez: yo creo. Y enseguida (el que bautiza) teniendo la mano posada sobre su cabeza, lo bautizará una vez.

Y a continuación él dirá: ¿Crees tú en Jesucristo, Hijo de Dios, que ha nacido por el Espíritu Santo de la Virgen María, ha sido crucificado bajo Poncio Pilatos, y muerto y resucitado al tercer día vivo de entre los muertos, ha subido a los cielos y está sentado a la derecha del Padre; que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos?. Y cuando él haya dicho; yo creo, él será bautizado por segunda vez.
Nuevamente él (el que bautiza) dirá: ¿Crees en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia? Aquel que es bautizado dirá: Yo creo, y así  será bautizado por tercera vez.

Enseguida, cuando él haya salido del agua, será ungido por el  sacerdote con el aceite de acción de gracias con estas palabras: “yo te unjo con  el santo aceite en nombre de Jesucristo”. Y así, cada uno después de ser secado se vestirá y enseguida entrara en la Iglesia.

El obispo imponiéndole las manos dirá la invocación: Señor Dios, que los has vuelto dignos de obtener la remisión de los pecados por el baño de la regeneración, vuélvelos dignos de ser llenos del Espíritu Santo y envía sobre ellos tu gracia, a fin de que ellos te sirvan según tu voluntad; pues a ti es la gloria, Padre e Hijo con el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Enseguida derramando el aceite de acción de gracias en su mano y apoyándola sobre la cabeza, él dirá: Yo te unjo con el santo aceite en Dios Padre todopoderoso y en Cristo Jesús y en el Espíritu Santo.

Y luego signada la frente lo besará y le dirá: El Señor (sea) contigo. Y aquel que ha sido signado dirá: y con tu espíritu. El obispo hará así con cada uno.

Y luego ellos orarán de ahora en más junto con todo el pueblo; pues ellos no oraban con los fieles antes de haber obtenido todo eso. Y cuando ellos hubieran orado, ellos darán el beso de la paz.

LA EUCARISTÍA EN LA “TRADICIÓN APOSTÓLICA” DE HIPÓLITO DE ROMA

El Señor sea con vosotros.
Y con tu espíritu.
Elevad vuestros corazones.
Los tenemos hacia el Señor.
Demos gracias al Señor.
Eso es digno y justo.

Te damos gracias, oh Dios, por tu Hijo bien amado Jesucristo, que tú  nos has enviado en estos últimos  tiempos (como) salvador, redentor y mensajero de tu designio, él que es tu Verbo inseparable por quien tú has creado todo y que, en tu buen deseo, has enviado del cielo al seno de una Virgen y que habiendo sido concebido, se ha encarnado y se ha manifestado como tu Hijo, nacido del Espíritu  Santo y de la Virgen.

Es él que, cumpliendo tu voluntad y adquiriéndote un pueblo santo, ha extendido las manos mientras que él sufría para librar del sufrimiento a aquellos que tienen confianza en ti.

Mientras que él se libraba al sufrimiento voluntario, para destruir la muerte y romper las cadenas del diablo, pisotear el infierno, llevar a los justos a la luz, establecer la regla de fe y manifestar la resurrección, tomando el pan, él te dio gracias y dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo que es partido por vosotros.

Y lo mismo el cáliz, diciendo: Esta es mi sangre que es derramada por vosotros. Cuando hagáis esto, hacedlo en memoria mía.

Por lo tanto recordando su muerte y su resurrección, te ofrecemos este pan y este cáliz, dándote gracias de que nos juzgues digno de tenernos ante ti y de servirte como sacerdotes.


Y te pedimos que envíes tu Espíritu Santo sobre la oblación de la Santa Iglesia. Reuniéndolos, dales a todos aquellos el derecho que participen de tus Santos misterios para ser colmados del Espíritu Santo,  para la afirmación de su fe en la verdad, a fin de que te alabemos y glorifiquemos por tu Hijo Jesucristo, que tiene tu gloria y honra con el Espíritu Santo en la Santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

viernes, 18 de marzo de 2016

HISTORIA DE LA IGLESIA... El Siglo Segundo

LAS PERSECUCIONES

El segundo siglo vivió por una parte la extensión progresiva de la fe cristiana, y por otra parte una persecución creciente de la Iglesia por las autoridades imperiales de Roma, para las cuales el cristianismo era una “religión prohibida”.
Para los Romanos, los cristianos eran criminales, no solamente en el plano religioso, sino también en el plano político. Ellos transgredían las leyes del estado rechazando honrar al emperador en tanto que Rey, Señor y Dios, como lo hubieran debido hacer siendo súbditos del Imperio Romano. Ellos rogaban por las autoridades civiles y rendían “honor a aquellos a quienes se le deben honores” (Rom 13:1-7), pero rechazaban rendir al soberano terrestre la gloria y el culto debido solamente a Dios y a su Cristo. Es por eso que la ley Romana declaró: “ser cristiano es ilícito”.
Uno de los primeros testimonios respecto a los cristianos en la literatura profana se encuentra en la correspondencia intercambiada, en el siglo II, por Plinio el joven y el Emperador Trajano, quién reinó del 98 al 117. Esta correspondencia nos enseña que el Cristianismo era efectivamente ilegal, y que, incluso si los Cristianos no debían ser perseguidos, y eran limpios de acusaciones groseras (sacrificios de niños y canibalismo – una interpretación errónea de la Eucaristía celebrada en las “reuniones secretas") imputadas contra ellos, ellos debían sin embargo ser ejecutados, si arrestados rechazaban renegar de su fe.
Las persecuciones de los cristianos durante el siglo II dependían en gran parte del celo de las autoridades imperiales locales. Sin embargo, se habían extendido y los cristianos eran generalmente odiados incluso por los más tolerantes y abiertos dirigentes Romanos. Eran sobre todo odiados por lo que se consideraba como obstinación e intolerancia, puesto que su piedad solo se dirigía a Cristo como Señor. Se los perseguía igualmente a causa de la amenaza política  que ellos representaban  para la unidad, la ley y el orden del Imperio Romano, sobre todo a causa de su número creciente.
Entre las personalidades y mártires cristianos los más conocidos del siglo II figuraban los Obispos Ignacio de Antioquía (+ 110), Policarpo de Esmirna (+ 156), y el filósofo Justino (+ 165). Cada uno de esos mártires por la fe han dejado escritos que, junto con la “Didache”, la  “Epístola de Diogneto”, las “Epístolas de Clemente de Roma”, la “Carta de Bernabé”, el Pastor de Hermas y los escritos apologéticos  de hombres tales como Atenágoras de Atenas, Melitón de Sardes, Teófilo de Antioquía y, el más grande de todos los teólogos del siglo II, Ireneo de Lyon, dan una imagen particularmente viva de la fe y de la vida de la Iglesia durante ese siglo.

LA DEFENSA DE LA FE: LOS APOLOGETAS

Además de  las persecuciones y del aumento de la cantidad de fieles, el siglo II se caracterizó sobre todo por los alegatos escritos contra las falsas doctrinas, llamados de otra forma apologías de la fe cristiana contra las herejías, o  también contra el judaísmo  y el paganismo. Es necesario también señalar el desarrollo de la doctrina de la Iglesia y los comienzos  de la teología  pos-apostólica; el establecimiento de una misma estructura jerárquica (obispo, sacerdotes y diáconos) en cada comunidad local; los primeros esbozos de una liturgia cristiana y de una vida sacramental completamente separadas de la Sinagoga; por último el comienzo de la fijación del Canon del Nuevo Testamento.
Numerosos falsos escritos acerca de Cristo fueron compuestos al final del siglo II y comienzos del III. Es lo que se llama los escritos apócrifos (no confundir con los apócrifos del Antiguo Testamento) o aún los seudo-epígrafos  (ver el fascículo “Introducción al Nuevo Testamento”). Esos falsos escritos atribuidos a los apóstoles, introdujeron en las comunidades cristianas numerosos relatos fantasiosos y legendarios sobre la infancia de Cristo, la vida de la Virgen María y las actividades de los apóstoles.
Al mismo tiempo que los seudo-epígrafos, apareció el gnosticismo, una  herejía que transformaba el cristianismo en una especie de filosofía espiritualista, dualista e intelectualista (ver “Introducción al Nuevo Testamento”). Los cristianos que permanecieron fieles a la fe ortodoxa, debieron combatir esas falsas enseñanzas. En el  curso de esa lucha se elaboró la teología de los Apologetas. Ella condujo igualmente a la definición de la Sucesión apostólica: la verdadera fe y la vida cristiana que forman la Santa Tradición, son trasmitidas de Iglesia a Iglesia, de generación a generación y de lugar en lugar, por la consagración de los obispos, cuyas enseñanzas y prácticas son idénticas entre sí e idénticas a la de los Apóstoles de Jesús.
Por último la Iglesia comenzó a establecer qué escritos debían ser retenidos dentro de las Santas Escrituras, su decisión se fundaba sobre la autenticidad del testimonio apostólico contenido en esos escritos, así como sobre su uso en las asambleas litúrgicas.

ESTRUCTURA DE LA IGLESIA Y LA LITURGIA

Se ve en los escritos apologetas, de los mártires  y de los santos del segundo siglo, que cada Iglesia local era presidida  por un obispo, administrada por los presbíteros o ancianos, y servidas por los diáconos. Así, San Ignacio de Antioquía escribió en sus cartas: “Yo os exhorto a que pongáis empeño por hacerlo todo en la concordia de Dios, presidiendo el obispo que ocupa el lugar de Dios, y los ancianos  que representan al colegio de los Apóstoles, y teniendo los diáconos, para mí dulcísimos, a quienes se encomendó el ministerio de Jesucristo...” (carta a los Magnesios VI:1).
“Tengan por consiguiente cuidado de no participar más que de una sola Eucaristía; pues no hay más que una sola carne de nuestro señor Jesucristo y un solo cáliz para unirnos a su sangre, un solo altar, como un solo obispo, con el presbítero y los diáconos, conservidores míos...” (carta a los Filadelfios  IV).
“Allí donde aparece el obispo, que allí sea la comunidad, lo mismo que allí donde está Jesucristo, allí está  la iglesia católica” (carta a los Esmirniotas VIII:2).
San Ignacio fue el primero en utilizar la palabra católica para calificar a la Iglesia. Este adjetivo significa que la Iglesia es acabada, perfecta, completa, entera, pues ella posee en plenitud la gracia, la verdad y la santidad de Dios.
La Didaché y las Apologías de San Justino y de San Ireneo contienen igualmente las prescripciones de los sacramentos cristianos:
“Respecto al bautismo, administradlo de la manera siguiente: después de haber enseñado todo lo que precede, bautizad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en el agua viva...” (Didaché VII:1).
“Que nadie coma, ni beba de vuestra Eucaristía, solo los bautizados en nombre del Señor ....” (Didaché IX).
“Reúnanse el día dominical del Señor, rompan el pan y den gracias” (lo que designa la eucaristía, que significa acción de gracia). “Después de haber, primeramente  confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro. Pero aquel que tiene un problema con su compañero no debe reunirse con ustedes hasta que se hayan reconciliado, para no profanar vuestro sacrificio....” (Didaché XIV).

La Eucaristía en la apología de San Justino:
“El llamado día del sol todos los que habitan en las ciudades y en las campiñas, se reúnen en un mismo lugar. Se leen las memorias de los apóstoles y los escritos de los profetas tanto como el tiempo lo permite. Terminada la lectura, el que preside toma la palabra para  advertir y exhortar a imitar esas bellas enseñanzas. Luego nos levantamos y rogamos juntos en voz alta. Después como ya lo hemos dicho, cuando la oración termina, se ofrece el pan con el vino y el agua. El que preside hace subir las oraciones al cielo y las acciones de gracia tanto como las fuerzas se lo permitan, y todo el pueblo responde con la exclamación “Amén”.
Luego tiene lugar la distribución y el reparto de los alimentos consagrados a cada uno y se le envía su parte a los ausentes por el ministerio de los diáconos. Los que están en la abundancia, y que quieran dar, donan libremente cada uno lo que quiere. Lo que es recogido y puesto a las manos del presidente y él asiste a los huérfanos, a las viudas, a los enfermos, a los indigentes, a los prisioneros, a los huéspedes  extranjeros, en una palabra, socorre a todos aquellos que están necesitados.

Nos reuniremos todos, el día del sol, por que es el primer día en que Dios, extrayendo las materias de las tinieblas, creo el mundo, y que ese mismo día Jesucristo nuestro salvador resucito de los muertos. La víspera del día Sábado, fue crucificado y a la mañana siguiente de ese día, es  decir el día del sol, él apareció a sus apóstoles y a sus discípulos y les enseño esta doctrina, que nosotros hemos sometidos a vuestro examen”.

martes, 15 de marzo de 2016

HISTORIA DE LA IGLESIA... Siglo Primero

Nuestra manera de fijar el tiempo se sustenta en un acontecimiento concreto: la fecha presumible del nacimiento de Jesucristo, que inicia la era cristiana. Cristo se encarnó en un lugar geográfico preciso, Belén, en un linaje humano definido (“tomó carne...de la Virgen María”). Así su existencia se integra en el marco del tiempo histórico: se desarrolló en el curso del primer siglo.

En cuanto a la historia de la Iglesia propiamente dicha, comienza con la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos de Cristo en la fiesta de Pentecostés, acontecimiento al que se considera como el “nacimiento” de la comunidad Cristiana.

Es durante el primer siglo que los Apóstoles predicaron el Evangelio, la “Buena Nueva” de Cristo. Nosotros no sabemos exactamente donde se dirigieron los Apóstoles, salvo San Pablo cuyos viajes misioneros están relatados en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Según la Tradición, Los Apóstoles predicaron el Evangelio en todo el mundo, y todos, con la excepción de San Juan, fueron martirizados por su fe en Cristo.

Los Evangelios y las Epístolas, así como todos los libros que forman el Canon del Nuevo Testamento, fueron escritos durante el  primer siglo.

Es también en esa época que fueron fundadas las primeras comunidades cristianas en las principales ciudades de Asia Menor, de Grecia, y quizás también de África del Norte. La Iglesia se implantó igualmente en Roma, la capital del Imperio.

LA IGLESIA

Contrariamente a lo que se piensa a veces, la Iglesia Cristiana fue primeramente un fenómeno urbano, extendido solo más tarde a las zonas rurales. Así mismo, se componía en su mayoría de personas que pertenecían a lo que nosotros llamaríamos hoy las “clases medias” de la sociedad; el cristianismo por consiguiente no se implantó en el mundo, como se pretende a veces, entre las personas analfabetas y retrogradas que buscaban un consuelo celestial a sus condiciones de existencia difíciles.

El principal acontecimiento en la Iglesia del primer siglo fue el de admitir en ella paganos sin obligarlos a seguir las prescripciones rituales de la ley de Moisés (ver Hechos 15, Gálatas, Romanos). Así, aunque la Iglesia  Cristiana había penetrado en la sociedad de la Roma imperial por medio del Judaísmo, ella se separó de él rápidamente. El pueblo de Dios unía fieles de todas las naciones en Cristo el Mesías, confesado como el Señor y el Salvador de todos los hombres y del mundo entero.

Para entrar en la Iglesia Cristiana, era necesario creer en Jesús como el Señor y Cristo, arrepentirse de sus pecados y ser bautizado en nombre de Jesús, a fin de recibir luego el don del Espíritu Santo. Aquellos que reunían esas condiciones entraban en la Iglesia, presente en cada lugar bajo forma de comunidad local dirigida por un Obispo o “presbítero” (anciano), el que había recibido de los Apóstoles la imposición de manos. Los Apóstoles mismos no fueron jamás obispos locales de una comunidad cristiana.

Todas las comunidades Cristianas primitivas tenían su carácter propio y sus problemas específicos, como nosotros los vemos según el Nuevo Testamento. Sin embargo cada Iglesia se preocupaba de las demás, y todas eran llamadas a enseñar la misma doctrina, a practicar las mismas virtudes y a vivir la misma vida en Cristo y en el Espíritu Santo:

“Acudían asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, y a la comunidad fraternal, a la fracción del pan y a la oración (...). Todos los que eran creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartía de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba” (Hechos  2:42; 44-45).


Esta descripción de la Iglesia de Jerusalén, podría aplicarse también a todas las comunidades cristianas primitivas.

viernes, 11 de marzo de 2016

Los verdaderos alimentos de la Vigilia‏

Unos fieles preguntaron al Padre Espiritual: “¿Padre, cuáles alimentos se nos permite comer en la Cuaresma, y cuáles no?”. 

Él comprendió que su preocupación se apegaba al “menú” cuaresmal y descuidaban el espíritu del ayuno que supera meros alimentos de vigilia. Les contestó así: 

"La Iglesia recomienda, en esta temporada, tres tipos de alimento que Jesús ha mencionado en su Evangelio. En realidad son alimentos adecuados para cualquier tiempo, pero en la Cuaresma, con mucha más concentración: 

1. Dijo el Señor: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Eso es el primer alimento. Sabemos que “toda palabra que sale de la boca de Dios” ha sido escrita en la Biblia. Y por eso nos dedicamos a estudiar la Sagrada Escritura con anhelo y frecuencia. 

2. Dijo el Señor: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Juan 4:34). El mismo Jesús se ha alimentado de “hacer la voluntad de Dios Padre”, y a nosotros que llevamos su Nombre, nos ha enseñado a gustar lo mismo, cada vez que clamemos desde el fondo del corazón: “hágase tu voluntad así la tierra como en el cielo”. Este alimento consiste en llevar a cabo lo que hemos leído en la Biblia. 

3. Dijo el Señor: “Mi Carne es verdadera comida, y Mi Sangre es verdadera bebida, el que come Mi Carne y bebe Mi Sangre permanece en Mí y Yo en él.” (Juan 6:55). El tercer tipo de alimento lo buscamos cuando nos reunimos como una familia para comulgar a Aquél, a Quien hemos conocido en las Sagradas Escrituras, y hemos luchado para obrar conforme a su Voluntad.