viernes, 27 de agosto de 2010

Breve historia de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X (Parte IV)

En octubre de 1973, Mons. Lefebvre informa que cuenta con 12 sacerdotes, de los cuales 3 han sido enviados a otros países, 3 continúan sus estudios, y 6 fungen como profesores en Ecóne.


Ingresan 36 nuevos seminaristas, para un total de 95. De los nuevos, 10 son ingleses, 2 australianos y 2 canadienses.


Al año siguiente se establece otro Seminario en Albano, Italia.


Para febrero de 1974, la Fraternidad contaba con 6 sacerdotes propios:

-- Paul Aulagnier, francés

-- Jean-Yves Cottard, francés

-- Clarence James Kelly, norteamericano

-- Peter Morgan, inglés

-- Gregory Post, norteamericano

-- Anthony Ward, norteamericano



Así como 6 sacerdotes colaboradores, en su mayoría profesores del Seminario:

-- Jacques Masson, francés, quien saldría en 1974

-- Claude Michel, francés, quien saldría de la Fraternidad en 1982

-- Dominique de la Presle, francés, que saldría en 1975

-- Georges Salleron, francés, que saldría en 1975

-- Urban Snyder, norteamericano, que saldría en 1975

-- Bernard Waltz, francés, que saldría en 1977


En 1974, el P. Gregory Post, californiano, es autorizado por Mons. Lefebvre para establecerse en San José, California.


En 1974 Ecóne tenía más de un centenar de seminaristas. Monseñor Roger Etchegaray, Arzobispo de Marsella, pronosticó que si Ecóne no “reventaba” en breve plazo, él dejaría de llamarse Etchegaray. En ese año Mons. Lefebvre ordena al seminarista norteamericano Héctor J. Bolduc.


Del 11 al 13 de Noviembre de 1974 se presentaron en Ecóne los visitadores apostólicos Mons. Deschamps, ayudado por Mons. Onclin, quienes hicieron una inspección de todo el Seminario. El informe, que no fue entregado a Lefebvre, reconocía que “este Seminario es bueno en un 99 %”. La indignación llevó a Lefebvre a formular una declaración el 21 de Noviembre de 1974 que es considerada como su más claro posicionamiento en defensa de la Tradición Católica:

“Nos adherimos de todo corazón, con toda el alma a la Roma católica, guardiana de la Fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa Fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. En cambio, nos negamos –como nos hemos negado siempre—a seguir la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante, que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II, y después del Concilio, en todas las reformas que de él surgieron. En efecto, todas esas reformas han contribuido y siguen contribuyendo a la destrucción de la Iglesia, a la ruina del Sacerdocio, a la aniquilación del Sacrificio y de los Sacramentos, a la desaparición de la vida religiosa, a una enseñanza naturalista y teilhardiana en las universidades, los seminarios, la catequesis, enseñanza surgida del liberalismo y del protestantismo condenados repetidas veces por el Magisterio solemne de la Iglesia. Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada de la Jerarquía, puede obligarnos a abandonar o disminuir nuestra Fe católica, claramente expresada y profesada por el Magisterio de la Iglesia desde hace diecinueva siglos. `Pero aunque nosotros –dice San Pablo—o un ángel del Cielo os anunciase otro Evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema` (Gálatas 1,8). ¿No es eso lo que hoy en día nos repite el Santo Padre? Y si manifestase cierta contradicción en sus palabras y en sus actos así como en los actos de los dicasterios, entonces optamos por lo que siempre se ha enseñado y hacemos oídos sordos a las novedades destructoras de la Iglesia. No se puede modificar profundamente la lex orandi sin modificar la lex credendi. A Misa nueva corresponde catecismo nuevo, sacerdocio nuevo, seminarios nuevos, universidades nuevas, iglesia carismática, pentecostalista, cosas todas contrarias a la ortodoxia y al Magisterio de siempre. Esta reforma, por haber surgido del liberalismo, del modernismo, está completamente emponzoñada; sale de la herejía y desemboca en la herejía, aún cuando todos sus actos no sean formalmente heréticos. Resulta, pues, imposible a todo católico consciente y fiel adoptar esta reforma y someterse a ella, de cualquier manera que sea. La única actitud de fidelidad a la Iglesia y a la doctrina católica, para nuestra salvación, es el rechazo categórico de la aceptación de la Reforma. Por eso, sin rebeliones, sin amarguras, sin resentimiento, proseguimos nuestra obra de formación sacerdotal a la luz del Magisterio de siempre, persuadidos de que no podemos rendir mejor servicio a la Santa Iglesia Católica, al Sumo Pontífice y a las generaciones futuras. Por eso nos atenemos firmemente a todo lo que fue creído y practicado, en la Fe, las costumbres, el culto, la enseñanza del catecismo, la formación del Sacerdote, la institución de la Iglesia, por la Iglesia de siempre y a todo lo que fue codificado en los libros publicados antes de la influencia modernista del Concilio, a la espera de que la luz verdadera de la Tradición disipe las tinieblas que oscurecen el cielo de la Roma eterna. Al obrar así, con la gracia de Dios, el auxilio de la Virgen María, de San José, de San Pío X, estamos convencidos de que permanecemos fieles a la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, a todos los sucesores de Pedro, y de ser los `fideles dispensatores mysteriorum Domini Nostri Jesu Christi in Spiritu Sancto`. Amén”.

Continuará...

2 comentarios:

  1. se equivocan en fechas. L'abbe Cl Michel no se ha salido de la hermandad en 1974, fue nombrado a Albano a esta epoca y se salio en 1982

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