martes, 15 de marzo de 2016

HISTORIA DE LA IGLESIA... Siglo Primero

Nuestra manera de fijar el tiempo se sustenta en un acontecimiento concreto: la fecha presumible del nacimiento de Jesucristo, que inicia la era cristiana. Cristo se encarnó en un lugar geográfico preciso, Belén, en un linaje humano definido (“tomó carne...de la Virgen María”). Así su existencia se integra en el marco del tiempo histórico: se desarrolló en el curso del primer siglo.

En cuanto a la historia de la Iglesia propiamente dicha, comienza con la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos de Cristo en la fiesta de Pentecostés, acontecimiento al que se considera como el “nacimiento” de la comunidad Cristiana.

Es durante el primer siglo que los Apóstoles predicaron el Evangelio, la “Buena Nueva” de Cristo. Nosotros no sabemos exactamente donde se dirigieron los Apóstoles, salvo San Pablo cuyos viajes misioneros están relatados en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Según la Tradición, Los Apóstoles predicaron el Evangelio en todo el mundo, y todos, con la excepción de San Juan, fueron martirizados por su fe en Cristo.

Los Evangelios y las Epístolas, así como todos los libros que forman el Canon del Nuevo Testamento, fueron escritos durante el  primer siglo.

Es también en esa época que fueron fundadas las primeras comunidades cristianas en las principales ciudades de Asia Menor, de Grecia, y quizás también de África del Norte. La Iglesia se implantó igualmente en Roma, la capital del Imperio.

LA IGLESIA

Contrariamente a lo que se piensa a veces, la Iglesia Cristiana fue primeramente un fenómeno urbano, extendido solo más tarde a las zonas rurales. Así mismo, se componía en su mayoría de personas que pertenecían a lo que nosotros llamaríamos hoy las “clases medias” de la sociedad; el cristianismo por consiguiente no se implantó en el mundo, como se pretende a veces, entre las personas analfabetas y retrogradas que buscaban un consuelo celestial a sus condiciones de existencia difíciles.

El principal acontecimiento en la Iglesia del primer siglo fue el de admitir en ella paganos sin obligarlos a seguir las prescripciones rituales de la ley de Moisés (ver Hechos 15, Gálatas, Romanos). Así, aunque la Iglesia  Cristiana había penetrado en la sociedad de la Roma imperial por medio del Judaísmo, ella se separó de él rápidamente. El pueblo de Dios unía fieles de todas las naciones en Cristo el Mesías, confesado como el Señor y el Salvador de todos los hombres y del mundo entero.

Para entrar en la Iglesia Cristiana, era necesario creer en Jesús como el Señor y Cristo, arrepentirse de sus pecados y ser bautizado en nombre de Jesús, a fin de recibir luego el don del Espíritu Santo. Aquellos que reunían esas condiciones entraban en la Iglesia, presente en cada lugar bajo forma de comunidad local dirigida por un Obispo o “presbítero” (anciano), el que había recibido de los Apóstoles la imposición de manos. Los Apóstoles mismos no fueron jamás obispos locales de una comunidad cristiana.

Todas las comunidades Cristianas primitivas tenían su carácter propio y sus problemas específicos, como nosotros los vemos según el Nuevo Testamento. Sin embargo cada Iglesia se preocupaba de las demás, y todas eran llamadas a enseñar la misma doctrina, a practicar las mismas virtudes y a vivir la misma vida en Cristo y en el Espíritu Santo:

“Acudían asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, y a la comunidad fraternal, a la fracción del pan y a la oración (...). Todos los que eran creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían. Vendían sus bienes y propiedades y se repartía de acuerdo a lo que cada uno de ellos necesitaba” (Hechos  2:42; 44-45).


Esta descripción de la Iglesia de Jerusalén, podría aplicarse también a todas las comunidades cristianas primitivas.

1 comentario:

  1. siempre me ha gustado la historia de la iglesia, esto me sirve mucho para instruir a mi gente y no ser engañados por impostores

    ResponderEliminar