Entre el mundillo "tradicionalista" todos conocemos personajes, ya sean sacerdotes, obispos, monjes y laicos, que abandonaron el real o supuesto "combate" por la Fe y la Liturgia tradicional de la Iglesia, para descaradamente solicitar su ingreso con la secta modernista del Vaticano II.
Pero dentro de esta apostasía, hay ciertos "niveles" o "grados" de acercamiento con la secta conciliar (y de alejamiento de la Fe y del culto de siempre).
Por ejemplo, algunos grupos decidieron "arreglarse" con la Roma modernista y neoprotestante antes de las consagraciones episcopales de 1988, como el Monasterio de San José de Clairval del Abad Agustín Joly en 1987 o los jóvenes seminaristas que salieron de Ecóne para fundar el seminario "Mater Ecclesiae" en 1986.
Otros grupos dejaron el combate a raíz de las consagraciones episcopales, como la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro y el Monasterio de Le Barroux del Abad Gerard Calvet.
Otros buscaron arreglos verdaderamente bochornosos con Roma como la Sociedad San Juan Vianney de Campos en 2002 encabezada por e ahora "Obispo" Fernando Areas Rifán; el Instituto del Buen Pastor en 2006 encabezado por el P. Paul Aulagnier (quien fue uno de los primeros sacerdotes ordenados por Monseñor Lefebvre en 1972), y el Oasis de Jesús sacerdote en 2007 del Padre Pedro de la Inmaculada Muñoz. Ahora son birritualistas y modernistas salidos del closet.
Aun en 2012 los Redentoristas Transalpinos de la Isla de Papa Stronsay igualmente arrearon las banderas del buen combate en busca de una "placa" y un certificado de "no cisma".
Todos estos casos si bien son penosos, desde cierto punto de vista pueden comprenderse, pues se trata de largos procesos de diálogos, acercamientos, concesiones mutuas, promesas, promociones, etc, que se dieron entro grupos más o menos numerosos de antiguos tradicionalistas y las autoridades de la Entidad Vaticana.
Pero hay casos que en lo personal me llaman mucho la atención y son los de sacerdotes en lo individual que proviniendo de un entorno "tradicionalista", ingresaron a los seminarios de la Fraternidad de San Pío X, cursaron los 6 o 7 años de estudios, con un programa que incluía materias como latín, música, catecismo, canto gregoriano, teología natural, conferencias espirituales, magisterio de la Iglesia, historia, espiritualidad, sagrada escritura, liturgia, lógica, apologética, filosofía, derecho canónico, teología dogmática, etc., sujetos a las estrictas normas de disciplina y horarios, todo lo cual, sabemos bien, imprimen carácter.
¿Qué puede suceder en el alma y en mente de estos seminaristas recién ordenados que sin mayor experiencia del mundo ni de la labor pastoral deciden "volver" a la iglesia modernista?
Y no digamos que "regresan" a la secta modernista para "dar la batalla desde dentro" defendiendo a la Tradición, lo cual sabemos bien que es una ilusión espiritual diabólica (el diablo es el padre de la mentira), y que ha sido el pretexto de grupos como San José de Clairval, Le Barroux, la Fraternidad de San Pedro, Campos, el Buen Pastor, etc., sino que hablamos de casos en los que abierta y descaradamente vuelven a abrazar el modernismo en su máximo esplendor, de una vez y para siempre.
Cuando pienso en estos casos, me vine a la mente el caso del "Padre" Luis Gabriel Barrero Zabaleta, colombiano ordenado en La Reja, en diciembre de 1997 por Mons. Galarreta.